jueves, 22 de noviembre de 2018

Cuerpo de espiritu (novela de realismo magico, ciencia-ficcion, historica)


Nota: clic sobre el titulo para ir AMAZON

CUERPO DE ESPIRITU, fragmentos. Novela disponible en inglés.

                               VIDEO PROMOCIONAL: CUERPO DE ESPIRITU

Gary tosió un poco. Había tragado un poco de agua. Volvió a coger el objeto. Le resbalaba entre sus manos.  Pudo asirlo por una parte que se había dejado coger como si fuera un pez ciguato o borracho. Por un instante creyó que el objeto cobraba vida o tenía algo similar a baterías en su interior que lo hacía moverse. Al rato lo perdía. Se le perdía a través del roce con las yemas de los dedos. Febles no podía creer que pudiera ser un pez extinguido o una nueva especie aún por descubrir. Juró que jamás había visto algo así, atrapado entre arrecifes y luego emerger y moverse por las ondas del mar y las suyas, sí, y las suyas.
Se mueve, ¿se mueve?
No, tío. Es la corriente marina.
Gary se reía como un muchacho que había encontrado un juguete extraviado. Solo que ahora tenía que hacerlo suyo. De su propiedad.
Claro que sí, repetía, es mío, mío. Lo encontré yo.
Para que sea tuyo, expresó Febles, tienes que nadar hasta aquella orilla.
Dónde... ¿allá?
Febles le señaló un punto de la costa por donde podía acceder a un trillo. Desde el bote tenía una mejor ubicación del itinerario. Le pidió calma a su sobrino. Que no lo abandonaría, pero que no podía subir el objeto a bordo.
Al cabo de unos instantes, Gary se dio cuenta que el objeto reposaba sin preocupación como él. Se había dejado domesticar como una mascota. Solo faltaba que hablara o emitiera un gemido.
Comenzó a nadar como un profesional, con estilo libre, a la vez que empujaba con su cabeza el objeto. Febles lo siguió mientras pudo. Por detrás del bote Gary nadaba en dirección a una parte de la costa donde no se divisaba a ningún bañista.
Febles desistió. Ya no podía cubrirlo más. Pensó que era copartícipe de un robo. De algo que tenía que devolver. Recordó las veces cuando su sobrino le hablaba de la fragata española Navegador. También dudó que ese raro objeto perteneciera a ese barco español. Volvió a pensar en  tantas cosas que le dio unos dolores de cabeza. Creyó que todo le daba vueltas: el bote, los guardacostas, su privilegiada licencia de pescador, los bañistas, un buzo furtivo que vio rondar próximo al bote y muy cerca de Boca Chipiona, su sobrino, y otra vez el mentado objeto que no sabía su estructura, pero que ´podía ser un baúl de media braza, sí, debe medir media braza´. 
¡Recuerda envolverlo bien!, le gritó a Gary.
Casi no lo escuchó. Seguía nadando a estilo libre mientras empujaba el objeto con su cabeza. Supuso que debía envolver el regalo del mar en un saco de yute que Febles le había tirado dentro de una mochila. Apenas llegara a la costa tenía que envolverlo. No quería que nadie lo viera llegar. Al dar pie sacó el saco de yute. Metió el objeto cilíndrico dentro del saco y lo encestó en la mochila. Comprobó que la táctica de Febles iba a dar resultado. Que sí cabía el objeto en el saco de yute. Que la mochila camuflaba  el interior, el regalo del mar. Entonces respiró feliz. Pero caviló que aún no tenía seguro ese antiquísimo objeto. Tendría que andar por la calle; esperaría que su ropa se secara; abordaría un ómnibus público y luego llegaría a casa. Solo  hasta allí, hasta su casa, estaría seguro.
Jamás imaginó que un huracán le iba a evitar comprar equipos de inmersión para buscar lo que había encontrado, asido entre arrecifes...



Aliento del Viento Atento (novela de fantasia juvenil)

VIDEO PROMOCIONAL de ALIENTO DEL VIENTO ATENTO 




Nota: Clic sobre el titulo para ir AMAZON

ALIENTO DEL VIENTO ATENTO, fragmentos. Novela disponible en inglés.
A medida que se agrandaban aquellas bolas de aguas, se reventaban y la imagen  de otros seres también se desaparecía, pero convertida en otra existencia. Varios miembros de la tribu de los Magcaguas que aseguraron ver dichas bolas en tiempos inmemorables, no eran más que anécdotas, cuyo comienzo estaba escrito en la espalda de varias ancianas. La escritura era imborrable. Solo se perdía el hilo informativo en caso de que ese miembro tribal soportara una quemadura o alguna lesión que le raspara o desprendiera la piel. Astutamente, esa  información se diseminaba en jóvenes de ambos sexos para que la leyenda sobreviviera hasta el día actual.
”Habían llegado desde lo ALTO __decía parte de la leyenda__ para posarse en la superficie”. Mucho antes de topar la tierra o el suelo, esas bolas de aguas flotaban y flotaban más allá y más allá __afirmaban los ancestros que venían “ desde el otro lado”__. Tenían reflejos multicolores. Algunas ancianas expresaban que podían ser contaminaciones de la muerte hacia la vida.
Algunos bólidos o bolas de aguas se habían separado. Parecían formar una afinidad mediante grupos de tres, siete y hasta diez y quince bolas.
Un grupo de tres se distanció  más que los demás. Fueron deslizándose por entre montañas. Aquel grupo escogió la montaña más grande. Encima de cada bola había una mínima cantidad de nieve. Parecía haber raspado la cresta de unas montañas a través de su paso. La nieve se  fue derritiendo al sentir el calor de la superficie del suelo.
El tamaño de los tres bólidos se fue reduciendo. Cada bólido reflejaba lo que existía a su alrededor: follaje, animales y seres magcaguanos como testigos oculares del acontecimiento.
Evidentemente, los tres bólidos no tenían la misma masa corporal. Tampoco la misma fuerza al rodar encima de unas copas de los árboles, de arbustos, de plantas más débiles e insectos sobrevivientes de aquel encontronazo.
Habían descendido tan abruptamente que el reflejo le anunciaba a cada cual de un peligro cercano: una laguna o río.
Por lo visto, evitaron contacto con la laguna. No les era conveniente acercarse a aquel depósito acuoso.  Quizá porque  se les asemejaba físicamente. Tal vez porque no querían rivalidades, no solo ese grupo de tres bolas sino los demás grupos de cinco, siete, de diez y quince bolas que rotaban y se trasladaban de un lugar a otro. A su paso quedaba una resequedad, en vez de humedad.
Apenas avistaron el lago, se desviaron unos metros. Comprobaban que el itinerario no les afectaría. Ya no caerían en la laguna. Aquel mar de aguas, como a ellos  no les llamaba la atención confrontarle, se desviaban. Para siempre habían grabado en su intrínseco razonamiento aquella porción acuosa como su enemiga.
Se dieron cuenta que unos niños magcaguanos les espiaban.  Para los pequeños magcaguanos eran seres de otro confín que los buscaban para jugar.
Las tres bolas se detuvieron ante los pequeñines. Un adulto magcaguano había avistado el suceso. Se dispuso a avisar a la  tribu. A ratos viraba el cuello y no quería admitir lo que veía: niños que trepaban encima de esas bolas de aguas y se deslizaban por toda su masa corporal. Cada bola reflejaba su presencia aún más grande de lo normal. Exageraban los rasgos físicos de los pequeñines. Les adelantaba la edad.